viernes, 28 de diciembre de 2012

Las huelgas como el pre-anuncio de un cambio

por Horacio Meguira

La unidad en la acción trazada por las conducciones nacionales de CGT y CTA tuvo ayer su pico más alto. Las huelgas provocan efectos en distintas direcciones pero lo central, es que los trabajadores adhirieron porque quisieron demostrar su descontento por su situación laboral y social.

La pérdida del poder adquisitivo fue el motivo más relevante de la huelga general. El universo imponible del impuesto a las ganancias sobre los asalariados comprende a más de dos millones de trabajadores.

Los niveles más bajos de los asalariados se ven perjudicados por la ausencia de aumentos del valor de las asignaciones familiares. Los trabajadores que perciben bajos salarios y tienen familias numerosas no ven incrementos significativos de sus ingresos.

También hay modificaciones en la estructura del conflicto. De acuerdo al Observatorio de Derecho Social de la CTA, la conflictividad refleja un crecimiento de suspensiones, despidos masivos, quiebra o cierre de empresas; también un aumento de los conflictos por actividad. Esto demuestra la resistencia de los empleadores a otorgar aumento salarial.

La actitud del Gobierno respecto al proyecto de riesgo de trabajo también alimentó el descontento. Aun cuando la previsión social fue nacionalizada, la situación de los trabajadores jubilados se hace insostenible: el beneficio mínimo (percibido por más del 70% de los beneficiarios) bordea los umbrales de la indigencia.

Es notable pero no casual que las dos centrales convocantes estén cuestionadas en su legalidad y sometidas a actos de injerencia del Ministerio de Trabajo. Esto lleva a una situación peligrosa parecida a la década del ’90: la titularidad del conflicto general recae sobre centrales no reconocidas y la negociación sobre las “legalizadas”.

Las declaraciones de los funcionarios respecto a la huelga general consistieron en la repetición de palabras vacías a que nos tienen acostumbrados. Pretenden desprestigiarla.

Bueno seria que su preocupación garantice durante todo el año el trabajo digno a muchos trabajadores que no lo tienen, que el transporte de pasajeros se garantice regularmente y que los hospitales permitan un acceso universal a la salud.

La unidad en la acción es una vieja metodología de las luchas obreras. La reivindicación económica une a sectores con distintas posiciones ideológicas. Las dos centrales sindicales después de muchos años de desencuentros, hoy son capaces de elaborar un pliego abierto sin perder identidad.

En todos los gobiernos democráticos hubo huelgas generales. Siempre fueron el preanuncio de una modificación política sustancial, con la clase trabajadora y la sociedad civil. Su contundencia demuestra que ésta no va a ser la excepción.

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