viernes, 15 de junio de 2012

Recuperan fábrica quebrada y producen sin trabajo esclavo



En setiembre pasado, la firma -denunciada por utilizar talleres clandestinos- cerró. Pero los 250 empleados dieron pelea y anoche comenzaron a vender su producción, libre de explotación.

El lunes 19 de setiembre del año pasado, los trabajadores de la fábrica de camperas Lacar concurrieron temprano al predio de la calle Yerbal al 5600, en el barrio de Villa Luro, para comenzar la semana laboral, como siempre. Pero ese día no pudieron entrar. La empresa, que venía siendo investigada por utilización de esclavos textiles, había decidido cerrar la firma.

“Los Arcos S.A. se mudó”, decía un pequeño cartel en la puerta. Ahí empezó una ejemplar lucha, que incluyó movilizaciones, organización entre los 250 empleados damnificados y el armado de una cooperativa, que terminó por recuperar el espacio de producción. Ayer, con mucho orgullo, se presentó a la venta la primera producción de camperas para la venta al público, libres de trabajo
esclavo, y todo gestionado por sus trabajadores.

En diálogo con Diario Popular, Hernán Brizuela, uno de los empleados que hace ocho meses se quedó en la puerta de la fábrica sin saber bien qué hacer, explicó que “esta experiencia entre todos los trabajadores es algo que nos llena de emoción, porque pensamos que habíamos perdido todo lo que teníamos, pero decidimos unirnos, reclamar, golpear puertas y hoy demostramos que era posible recuperar la firma, y que nosotros mismos podíamos hacernos
cargo”.

Anoche, se llevó a cabo una emotiva ceremonia en el local de ventas al público de la firma, en la calle Forest 445, del barrio de Chacarita. “Es que este lugar es un poco la cara visible de la marca. Todo el mundo lo conoce. Fue una lucha lograr que la justicia también nos cediera el espacio para comercializar la producción”, dijo Brizuela. Allí, periodistas de diversos medios que apoyaron la lucha de los trabajadores fueron convocados para desfilar con las prendas, como Mercedes
Ninci, Rolando Graña, María Belén Aramburu, Victoria Ronsano, Gisela Busaniche, Romina Mohr, Tomás Eliaschev, entre otros.

“Cuando empezó esto no sabíamos bien dónde ir. Era muy difícil y desigual. La justicia quería vender todo, y nosotros diciendo que nos cedan los predios, las máquinas y la materia prima para producir. Ahí nos pusimos en contacto con la Fundación La Alameda, y comenzamos a hablar con Gustavo Vera y toda la gente que allí trabaja coordinando cooperativas. Eso fue, justamente, lo que hicimos. Cuando logramos recuperar los elementos, por intermedio del INTI conseguimos un espacio en Barracas, en el polo textil que se armó allí”, relató Brizuela.

Al hacer historia, se descubre que La Alameda venía denunciando a los ex propietarios de Lacar desde el año 2005, por tercerizar gran parte de su producción en talleres textiles con mano de obra esclava o explotada. En ese sentido, Vera encabezó varios escraches contra la firma, alertando sobre esta situación irregular, que se repite en gran parte de la industria manufacturera.

De ese modo, cuando la firma intentó bajar la persiana, sus empleados damnificados se contactaron casi naturalmente con la organización no gubernamental. “Nos apoyaron desde un primer momento. Estuvimos 11 días haciendo un acampe en un predio de la calle Malabia donde había máquinas y materia prima, que nosotros reclamábamos y no queríamos que se lleven los anteriores dueños.

Fue un proceso muy complicado. Pero acá estamos, ahora ya vendiendo lo que hacemos, vestimenta que producimos de manera organizada y libre de trabajo esclavo”, cerró Brizuela.

“Hoy la historia cambió”

Lacar es una de las marcas de camperas más conocidas y exitosas del país. A pesar de su buen
caudal de ventas, el año pasado sus ex dueños presentaron la quiebra, dejando un tendal de 130
trabajadores de planta en la calle y otros 120 obreros textiles (la mayoría explotados en talleres
ilegales) sin posibilidades.

Pero antes, en 2005, la organización no gubernamental La Alameda denunció a la compañía justamente por la tercerización de gran parte de la producción con mano de obra esclava. “Hoy la
historia cambió. Nos unimos con los trabajadores, que hoy sacaron adelante la fábrica y ya venden sin recurrir a la explotación”, dijo Gustavo Vera, de La Alameda.

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