viernes, 4 de noviembre de 2011

Si te jubilaste ... jodete.

UN JUBILADO NO ESTÁ AUTORIZADO A
COMPRAR DÓLARES

por Enrique Arenz
Miren lo que me pasó hoy (1 de noviembre): Un jubilado amigo me pidió que lo acompañara al banco para comprar dos mil dólares. Tenía que pagar una deuda en esa moneda y temía que le hicieran una salidera.
Tuve curiosidad por ver si lo que decían los diarios era verdad. Fui con él. En la ventanilla del Banco le tomaron los $ 9.000 y se los depositaron en su cuenta de ahorro. El cajero le dijo que tuviera paciencia y esperara la autorización de la Afip. La espera fue exactamente de dos interminables horas. Como dije, no eran doscientos mil dólares, ni siquiera veinte mil: tan sólo dos mil. Cuando lo llamaron, le dieron la noticia: la Afip le denegaba la operación.

Mi amigo estaba indignado. Quiso que fuéramos a la sucursal Mar del Plata de la Afip para pedir explicaciones. Accedí porque no me iba a perder lo que intuía que iba a pasar.
Nos atendió un empleado muy correcto. ¿Cuánto gana usted?, le preguntó a mi amigo. Cobro una jubilación de gerente que es de $12.000, y ustedes me descuentan todos los meses $ 500 en concepto de Ganancias. Siempre atento, el empleado le dijo: Lo lamento, pero usted con esos ingresos no puede justificar la compra de dos mil dólares. Mi amigo, sin poder creer lo que oía replicó: Pero mi esposa también es jubilada, tenemos otros ingresos. Bueno, en ese caso tiene que traer fotocopia de los comprobantes de ambas prestaciones, fotocopia de libreta de casamiento (¡libreta de casamiento!), formar un expediente por Mesa de Entradas, nosotros lo elevamos a la superioridad y hay que esperar la resolución que oportunamente se dicte.

Vi que mi amigo estaba pálido y enfurecido. Traté de que no perdiera los estribos.

Tino Pascali,"funcionario"
El empleado, siempre amable, nos miraba con cara de poker. Me acordé del skech del arbolito, protagonizado por Tino Pascali y Joe Rígoli, en el programa televisivo "La tuerca" de 1982. El funcionario de la Afip había dejado bien en claro que mi amigo estaba inhabilitado para hacer operaciones de cambio. Ahora y siempre, salvo que presentara todos los certificados y después, si está todo en regla, veremos.
Vámonos, le dije, el señor es un empleado, no tiene la culpa de la inoperancia de sus superiores. Nos fuimos amargados los dos. Lo que informaban los diarios no era una conspiración mediática, era verdad: existía un bloqueo cambiario por tiempo indeterminado.
Pero lo que a mi amigo más le dolió, lo que lo hizo sentirse humillado y víctima de daño moral, una injusticia hacia una persona honorable que trabajó toda su vida, fue que le dijeran que un jubilado que gana doce mil pesos (de hecho, la tercera o, acaso, la cuarta parte de lo que gana un gerente en actividad), y que encima le descuentan impuestos a las Ganancias todos los meses, no pueda comprar dos mil miserables dólares. Y que, además, se burlaran de él proponiéndole una solución burocrática para plantar el arbolito, es decir, para permitirle ejercer sus derechos, los que están escritos en el artículo 14º de nuestra Constitución Nacional.
Cuando salíamos de la Afip, vi a un arbolito (no el del skech, sino uno que opera divisas en la calle y en negro) que conozco de muchísimos años y es de total confianza. Estuve a punto de decirle a mi amigo, vení, le compramos a éste. Pero me contuve. Mi amigo es un hombre derecho, chapado a la antigua, jamás en su vida haría una operación en negro. Hablará con su acreedor y tratará de que acepte el pago de su deuda en pesos.
Lo peor de la experiencia fue su mortificación. ¿Por qué alguien que tiene un ingreso en blanco no puede invertirlo totalmente en la compra de divisas extranjeras? ¿Qué atribuciones tienen los burócratas de la Afip para juzgar que los ingresos de un jubilado o de un trabajador son insuficientes para vivir y comprar dólares al mismo tiempo?
Este abuso es producto de la ignorancia y la desesperación. Ignorancia porque nuestros funcionarios creén que los mercados pueden manipularse. Y desesperación porque descubren que esa es una misión imposible. Y entre sus descubrimientos pavorosos aparecen los "coleros" que se ganan la vida comprando para terceros que no puedan o no quieran ser detectados por la Afip. Los persiguen, los atropellan, los interrogan como si fueran delincuentes, pero los coleros no se amedrentan y se las ingenian para comprar: se van a sucursales de los barrios donde no hay tanta presión. Entonces, para que los coleros desaparezcan como realidad no deseada, se prohibe comprar dólares a toda persona cuyos escasos ingresos la hagan sospechosa de estar comprando para otros. Es escandaloso, es ofensivo, es incalificable.Es hasta clasista y discriminatorio.
Si dejamos pasar esto, los mismos funcionarios que hoy deciden si podemos o no comprar dólares según lo mucho o poco que ganamos en blanco, mañana nos exigirán llenar formularios para viajar, comprar un auto, un departamento o un simple lavarropas.

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