viernes, 4 de noviembre de 2011

El Gobierno argentino aprueba en silencio una variedad de soja transgénica de la Pioneer-Dupont
Sigue la invasión silenciosa de la soja transgénica

por Guadalupe Rodríguez


El Gobierno argentino aprobó el viernes 28 de octubre por resolución oficial una variedad de soja genéticamente modificada de la empresa Pioneer, variedad 93M70, la unidad de semillas de DuPont.

Según el portal de información del campo InfoCampo, una extensa disputa con Monsanto por la patente de sus semillas causó “un retraso en la evolución de los cultivos transgénicos en el país, un problema que el Ministerio de Agricultura pretende subsanar con la aprobación de nuevos eventos”.

En agosto, el Gobierno autorizó la utilización local de soja Liberty Link, de la empresa alemana Bayer.
Más soja transgénica para Argentina y el mundo

Ya la casi totalidad de la producción de soja argentina es genéticamente modificada (99%). Significa que las semillas vienen en un paquete tecnológico (semilla junto con productos venenosos o agrotóxicos) completo, que se termina imponiendo en todo el territorio agrícola y que aumenta el negocio de las corporaciones. Gracias a este modelo de producción no hay empleo a nivel local y la subsistencia en el campo es imposible. El sistema de la soja requiere un promedio de un trabajador cada 500 has. Quienes quedan en el campo son los que manejan la maquinaria agrícola industrial.
¿Quién y para qué se consume la soja?

Todos nosotros la consumimos en grandes cantidades, aún sin ser plenamente conscientes. Se usa:

-como forraje para alimentar pollos y cerdos producidos industrialmente en encierro a bajo coste en Europa y en China.

-para la producción de harinas y subproductos industriales de la producción de aceites.

-como materia prima para la fabricación de biocombustibles ya que en los últimos años, el uso de soja en el sector de generación de energía ha sido creciente.

Europa, que la considera como materia prima “crítica” de importancia clave, importa 34.4 millones de toneladas de soja anuales. Es una de las materias primas de la política europea de agrocombustibles (biocombustibles).

¿En qué nos convierte este modelo productivo?

La pérdida de la agricultura familiar arrastra consigo la de la cultura alimentaria. De granero del mundo y paraíso del asado con carne de alta calidad, la Argentina ha pasado a producir y exportar soja transgénica para Europa, los EEUU y China. Quienes eran campesinos y vivían del campo han pasado a engordar los cinturones periféricos de la capital y a recibir subsidios irrisorios que los perpetuarán en la pobreza.

Los monocultivos industriales como el de la soja traen consigo graves problemas ambientales. Para producir un kilo de granos de soja se necesitan 1500 a 1800 litros de agua. El cultivo de la soja se hace a costa de la tala de bosques, bien sea de manera directa, o de manera indirecta por el desplazamiento de otras actividades como la ganadería. Este desplazamiento conlleva cambios en los ecosistemas o en los usos previos de la tierra, además de envenenamiento del suelo por los agrotóxicos y desgaste por el uso intensivo y en forma de monocultivo. El uso masivo de agrotóxicos causa además problemas serios de salud pública -como cáncer y graves malformaciones- que por el momento se manejan como una (mala) suerte de impactos colaterales, o como un costo que hay que pagar, esa es -resumida- la actitud de los funcionarios públicos.

Aprobando nuevas variedades de soja transgénica el gobierno argentino consolida su compromiso a favor de las multinacionales y en contra del pueblo y la soberanía nacional. Multinacionales como Dupont podrán continuar abusando de los trabajadores y lucrando hasta el infinito con la venta de semillas y agrotóxicos. Hasta que el pueblo ponga manos a la obra para recuperar el rumbo perdido a causa de la invasión silenciosa de la soja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario