martes, 6 de septiembre de 2011

Nuevos bocones



Cuando un funcionario abre la boca, es necesario que tenga una idea cabal de lo que está diciendo. Si el discurso corre por una vía y la realidad por otra, corre un serio riesgo de hacer el ridículo. La incontinencia verbal, llevada por la necesidad de cumplir diariamente con el protocolo del chupamedismo oficial, hace incurrir, en este caso a un Ministro, en un grave error que la historia reciente y la realidad fáctica se encargan de desmentir.
El título no alude a los bonos de endeudamiento nacional, el nuevo bocón es el Ministro del Interior Florencio Randazzo (el viejo vendría a ser Aníbal Fernández) que siguiendo la performance de Néstor Kirchner, juega al gato y al ratón con el pasado, utilizando para ello cualquier cosa que tiene a su mano, como la desacreditación o el insulto, tal es este último caso, al señalar que hay medios que ponen en peligro la democracia. Brutal y grave acusación de un funcionario de primera línea que debiera hacer la denuncia ante la Justicia y no quedarse en el amague y la perorata que aprendió a difundir por orden y gracia de sus jefes políticos.
Pero lo de bocón, le cae a Randazzo con mucha más elocuencia, por las palabras que disparó en contra de Tato Bores, a quien puso “en el otro bando” (se supone de los malos, porque Randazzo está en el de los buenos) cuestionándole que “algo habrá hecho” para permanecer vigente durante el último tramo de la dictadura y decir las cosas que decía en la televisión. Rara interpretación la del ministro, en todo caso se podría pensar, en contraposición, que Bores fue “el único que se animó a decir algo durante el proceso militar”; la teoría del vaso medio lleno o medio vacío, tal como se lo mire.
“Yo no voy a hacer una acusación sobre Tato Bores , no me siento con la autoridad para hacerlo, pero viendo lo que ocurrió después… me extraña que hombres que tenían una enorme responsabilidad y un enorme crédito… eh… deberían haber tenido otra actitud , absolutamente otra actitud, lo digo con mucho respeto, una actitud mucho más combativa sobre lo que estaba ocurriendo en la Argentina. No alcanza ni la ironía ni el chiste porque la historia fue trágica… si hubieran tenido otra actitud no hubiéramos tenido que lamentar 30.000 personas, lo digo con el miedo de estar cometiendo una injusticia” dijo Randazzo, tratando de decir lo que le ordenaba su cerebro pero con la vacilación que le imponía su sano juicio.
Como Tato no vive, el que salió a responderle fue el hijo, Alejandro Borensztein, quien sutil y humildemente le preguntó al Ministro, también a través de los medios, qué pretendía que hiciera su padre y en tal sentido resaltó “”¿Qué imagina el ministro Randazzo que debió haber hecho mi viejo? ¿Ahorcar represores con los tiradores del frac? ¿Asfixiarlos metiéndoles la peluca en la boca? Como él ya no está para defenderse de toda manipulación histórica, no me queda más remedio que hacerlo en su nombre”.
Si analizamos la estupidez que disparó Randazzo y las lógicas preguntas que le formuló Borenstein, va de suyo que “otra actitud” de Tato (como dijo el ministro) hubiera sido que su padre asesinara con sus manos a los integrantes de la junta militar. No se acierta a pensar qué otra “actitud” de Tato habría contribuido “a no tener que lamentar 30 mil personas desaparecidas”. Obviamente, tal como lo confirma el decálogo del buen periodista militante, todos los programas “del palo”, léase TVR, 6,7,8 Duro de Domar, Bajada de línea, solo por nombrar algunos, reprodujeron las inteligentes implicaciones del Ministro que mira con el prisma K, una realidad que se le desdibuja a la gente que no comparte ese mundo especial de los tuertos históricos.
Ni Randazzo, ni Tognetti, ni Brone y tampoco Víctor Hugo han reflexionado sobre las palabras del funcionario nacional, porque una respuesta accesoria que hubiera merecido semejante acusación fundada en la más absurda estupidez, podría haber sido que el ministro, a quien tanto le preocupa lo poco que hizo Tato Bores por evitar el genocidio en nuestro país, por aquellos años, revisara profundamente qué hicieron sus patrones ideológicos en la misma época.
Néstor y Cristina, por aquel entonces, vivían en el sur, aquí en Río Gallegos, adonde llegaron alejándose del caldero nacional que por entonces representaba Buenos Aires, La Plata, Córdoba y Rosario y se dedicaron a la profesión de abogados. Él, que nunca jamás defendió una causa por desaparición de personas ni interpuso un hábeas corpus a favor de algún luchador popular en Santa Cruz, se dedicaba a ejecutar deudores con la 1.050 y a la noche, cuando llegaba a su casa, reía junto a Ella, con el ingenio de Tato Bores en la pantalla.
Hace poco dijo Cristina en un discurso “Si Tato Bores viviera hoy, le dirían que es un ultra kirchnerista”. Randazzo, en cambio, piensa que Tato no fue un caballero valiente porque no hizo lo suficiente para salvar al país y lo mezcla sin decirlo (porque no le da la cara) en una suerte de tácita complicidad con el Proceso. Lástima que no le haga la misma pregunta a la presidenta (que la tiene al lado) y a la memoria de Néstor Kirchner.
Sería interesante que les dijera ¿Y vos qué hiciste, cuando a todos los iban a buscar…?
Tal vez la respuesta no le gustaría a Randazzo y a los periodistas militantes, pero al menos serviría para que cerraran la boca y se quitaran solemnemente, por un rato, al menos en memoria del gran Tato, las gastadas rodilleras con las que practican surf político todos los días. (R. Lasagno/OPI Santa Cruz)

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