jueves, 11 de agosto de 2011

BALAS PARA TODOS


por CORREPI

La represión como política de estado, sistémica, indelegable o tercerizada, ¿es una novedad o una constante que se ha naturalizado?.

¿Es casual que se haya desplegado en tiempos de bonanza empresarial? Interrogantes que se recrean ante las cuatro muertes del operativo estatal y empresarial de Jujuy y la represión desatada en el desalojo del predio tucumano.

Ya es público que Ledesma S.A. ha sido premiada por el gobierno nacional con el subsidio de la producción azucarera, el papel y la fijación monopólica de sus precios. A cambio, los Blaquier, dueños del ingenio, le dieron al gobierno kirchnerista el apoyo imprescindible en la interna de la UIA.

Más conocido es que la sumisión de los políticos jujeños (del palo oficial u opositor, lo mismo da) es también una cuestión atávica. A cambio, esos mismos "representantes" reciben suculentas sumas que en parte se vuelcan en las campañas que alimentan el circo electoral.

Por ley del capitalismo, Ledesma S.A. explota y contamina cada vez más superficie jujeña, usando menos mano de obra y dejando a la intemperie a numerosas familias del lugar. A cambio, se le adjudica a sus responsables un sitio en la comitiva presidencial a Brasil como empresa ejemplo del modelo que pivotea el kirchnerismo.

En este contexto, como maquillaje, salta por el aire el jefe de la policía; el ministro del Interior Randazzo discursea un repudio mentiroso y la inefable operadora kirchnerista Milagro Sala es convocada para convertir la indignación en miserable clientelismo.

A cambio, se mantiene al juez que ordenó el desalojo investigando si fueron balas policiales - o tercerizadas en los custodios de la propia empresa- las que se cargaron a los cuatro jujeños, mientras ordena, otra vez , el desalojo compulsivo de las tierras tomadas en respuesta a la falta de vivienda y a la violencia estatal y empresarial desatada.

Muy cerca de allí, en Tucumán, el aparato punteril compuesto entre los alineados en el hiperkirchnerista gobernador Alaperovich y la oposición, suele dirimir sus negocios electorales con el manoseo y el aprovechamiento clientelar de la pobreza. Prometen tierras, que después se desalojan violentamente por la policía, como en Jujuy, aunque, por ahora, sin muertos.

Ambos sucesos son emblemáticos: sirven para mostrar claramente cómo funciona el estado allí dónde la pobreza se manifiesta a rancho descubierto. Para mostrar también a quiénes sirve y cómo les sirve. Y, finalmente, para poner en evidencia su lógica: si el privilegio se ve amenazado (sea el patrimonio ya consolidado o la disminución de la tasa de ganancia) la respuesta es clara: balas para todos.

Los interrogantes entonces hallan respuesta unívoca: la represión es una constante estructural del sistema, para defender las ganancias de las empresas o para acrecentarlas. La represión es la inversión más importante que hace el estado y que cierra contablemente en los libros de sus reales dueños. Nosotros, ponemos los muertos.

Para que esto cambie, insistimos con multiplicar la organización y la lucha.

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